Nueva oportunidad que nos da el Señor para renovar el ofrecimiento de nuestras vidas

Adviento

Comienza el Adviento y con él, un nuevo año litúrgico. Nueva oportunidad que nos da el Señor para renovar el ofrecimiento de nuestras vidas, para revisar nuestra vida espiritual y enderezar el rumbo, que siempre es necesario. Tiempo fuerte de oración y penitencia, porque Dios nos quiere regalar gracias especiales y abundantes para nosotros, para nuestras familias, para la Institución, para toda la Iglesia, para todos los hombres. No podemos dejar pasar esta oportunidad; “temo a Dios que pasa”, decía San Agustín, pues las oportunidades de Dios, aunque son muchas, afortunadamente; también son únicas.

Especialmente estamos llamados a vivir este tiempo y la Navidad los que aún tenemos hijos pequeños en casa (y de una forma especialísima los que estáis esperando un bebé). Momentos propicios para una auténtica catequesis familiar. Preparar cristianamente la Navidad, recordar los misterios que celebramos, rezar con nuestros hijos, leer la Palabra de Dios, preparar el belén, cantar villancicos, escribir a familiares, amigos y conocidos compartiendo con ellos la alegría que experimentamos al contemplar a nuestro Dios que se hace Niño pequeño para que todos le podamos “achuchar”,  besar, saberle cercano; será un momento muy adecuado para hacer apostolado, hablar de Dios a los demás, habiendo puesto previamente, cerquita del Corazón del Niño-Dios, a todos.

También es buen momento para educarnos y educar a nuestros hijos en la austeridad y en el desprendimiento. Prescindir de cosas que son buenas y lícitas, pero no imprescindibles, nos hará más libres y preparará nuestro espíritu con alegría e ilusión para acoger al Dios que se nos da de manos de María. De eso que prescindimos tenemos que desprendernos y así, esa liberación que produce en nosotros el vivir austeros, se convierte en fuente de salvación.