Actitudes de fe y con fe

Pentecostés (detalle), El Greco, Museo del Prado.

D. Florentino Callejo nos dio una charla el pasado 1 de febrero, con el posterior coloquio, sobre algunos temas que nos preocupan a todos actualmente como:

  • La persecución a la libertad religiosa, sobre todo en Asía y África, es una realidad olvidada y ocultada y debemos poner luz a una situación que está padeciendo millones de personas, ellas son las que nos preocupan.
  • La educación de los hijos, tema del que Juan Pablo II en la Carta a las familias (de 1994), nos señaló: “Los padres son los primeros y principales educadores de sus propios hijos, y en este campo tienen incluso una competencia fundamental: son educadores por ser padres. Comparten su misión educativa con otras personas e instituciones, como la Iglesia y el Estado. Sin embargo, esto debe hacerse siempre aplicando correctamente el principio de subsidiariedad”.

La charla estuvo apoyada con el vídeo del P. Santiago Martín titulado: “La fidelidad es el futuro”.

Para nuestra ayuda D. Florentino nos facilita este texto extraído del libro del P. Tomás Morales Hora de los laicos.

Una vida nueva (extractos)

Los primeros cristianos creían en la novedad inaudita que el Cristianismo traía al mundo, en esa vida nueva que nos infunde el Espíritu Santo. En esa Vida Divida aparece lo absolutamente nuevo del Cristianismo. Lo que ninguna religión podía traernos. Para San Pablo, es Cristo, In Christo Iesu, la fórmula ciento sesenta y cuatro veces repetida por el Apóstol que condesa toda su enseñanza y sintetiza su vida. En el corazón de aquellos cristianos primitivos bullía la “vida nueva” de San Pablo. Es una nueva Vida, la cristiana, que nace con el Bautismo e implica una transformación real. En aquel momento histórico que abarca los primeros siglos de la Iglesia, palpitaba con pleno vigor el torrente de esa Vida nueva.

Es también la Vida nueva que la Virgen se encarga de incrementar cada día en el corazón de sus hijos. Muertos al orgullo su vida está escondida con Cristo en Dios. Fuera miedos y desconfianzas. Dentro, valentía y decisión para manteneros firmes en un mismo espíritu, luchando juntos con una sola alma por la fe del Evangelio y no dejándoos amedrentar en nada por los adversarios (Flp 1,27)

El Cardenal D. Marcelo González en el IX Encuentro de universitarios católicos en nov. 1981 lanzó tres consignas:

Primera, firmeza en la fe, sin mendigar aplausos, comprensión o complacencia

Segunda, mucha caridad con todos, pero gran desprecio –manteniendo el amor a las personas- ante actitudes sistemáticas para destruir los valores cristianos.

Tercera, adelante siempre sin preguntaros si sois pocos o muchos, dando la cara, no desafiando, sino proclamando y creyendo en Cristo, interpretado por el Magisterio del Papa que me lo entrega.

Antes de D. Marcelo se lo había propuesto Santa Teresa a sus monjas de San José y nos lo brinda hoy a los bautizados “Tomad mi consejo y no os quedéis en el camino, sino pelead como fuertes hombres hasta morir en la demanda, pues no estáis aquí a otra cosa sino a pelear. Y con ir siempre con esta determinación de antes morir que dejar de llegar al fin del camino”.

Es el programa audaz que nos propone Juan Pablo II al deciros: “Cuento con vosotros para difundir un sistema nuevo de vida” “un estilo de vida según el Evangelio que se manifieste en el amor como clave de la existencia humana y que potencie los valores de la persona, para comprometerla en  la solución de los problemas humanos de nuestro tiempo”

La consigna ineludible para un bautizado es volver al Cristianismo de los orígenes. Pero no lo podrá hacer si su vida no es un cenáculo permanente invocando con María al Espíritu Santo. Tienes que hacer de tu vida cenáculo continuo para ir adquiriendo este temple martirial, nervio de la vocación cristiana. La Iglesia multiplicará sus fuerzas evangelizadoras si se dinamizan los movimientos apostólicos seglares con profunda espiritualidad.

La fidelidad es como una montaña que vas subiendo para conquistar la cima, la unión amorosa con Dios hasta transformarte en Él. Tiene dos laderas. Primera coherencia. Es el núcleo, quizá, de la fidelidad. Es impregnar de Evangelio pensamientos, afectos, afecciones. Es tolerar, sonriendo en serena paciencia, sufrimientos, incomprensiones, fracasos, persecuciones, antes de permitir rupturas entre lo que vives y lo que eres. Segunda, constancia. Es la dimensión más difícil de la fidelidad. La debilidad humana no puede superarla sin refugiarse en la Virgen fiel. Fácil es ser coherente un día. Lo importante y difícil es serlo toda la vida. Es fácil ser consecuente en la hora del triunfo… Difícil en la tribulación, pero solo se puede llamar fidelidad una coherencia que dure toda la vida.